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Anoche hacía un balance de lo que habíamos estado trabajando, y de todo lo que conlleva el periodismo en la región. Y de alguna forma, si hay algo que esta campaña proselitista me deja pendiente, es la posibilidad del cara a cara con los candidatos. Yo comienzo a extrañar la otra política, la del cara a cara no sólo con la gente sino también con cada uno de los medios.

Es muy triste lo que estoy diciendo, partiendo de un periodista o de un comunicador, como quiera llamarlo usted. Es triste que comience a extrañar el contacto con cada uno de los candidatos. Estoy hablando de los candidato con chances de convertirse en gobernador el próximo domingo.

Quizás tenga que ver con este nuevo escenario, en la política argentina que está llegando también a la política neuquina, el recambio dirigencial. Pero las formas deberían ser las mismas.

Nosotros nos debemos a los oyentes, y los políticos se deben a la ciudadanía. Y la ciudadanía no sólo es parte de un esquema comunicacional que montan las grandes compañías o consultoras para los candidatos.

El vecino también escucha y se informa a través de otros medios. No está cautivo. No hay audiencia cautiva. No hay televidentes cautivos.

Hoy tenemos la posibilidad de cambiar a cada segundo, si no nos gusta algo cambiamos. Y quizás por ese cambio, por ese poder que tiene el oyente, el vecino o el televidente, es que cada vez hay menos cautivos en las telecomunicaciones. Y esto parece no entenderlo una franja de políticos.

Yo estoy comenzando a extrañar la forma de hacer política, la vieja forma de hacerla. La política sin caprichos. Estoy extrañando la política en donde el candidato trata a todos por igual. Estoy comenzando a extrañar la política, en donde se compromete un espacio y un lugar en un medio, y el candidato cumple.

Quizás yo estoy hecho a la vieja usanza, lamentablemente mi generación es la que vino en el tránsito de la dictadura militar a la democracia. Nos parieron ciudadanos cuando estábamos llegando a la democracia. Entonces yo quizás valore de otra manera la forma de hacer política.

La política del maquillaje, es eso. Nada más que eso. Después, cuando uno descubre realmente el rostro, nos encontramos que es otra cosa.

Entonces, extraño y estoy comenzando a extrañar, la vieja forma de hacer política.

La política en donde el candidato se veía con la gente en cada esquina del barrio. La política donde el candidato, no montaba grandes estructuras o grandes carpas en las grandes ciudades de distintas provincias. Y donde tenias amontonados a numerosos chicos jóvenes repartiendo panfletos, y esto es a todos por igual. No es que no quiera esa política, lo que digo es que estoy comenzando a extrañar la vieja política.

Una política donde no se cumple con los compromisos, y no hablo de plata sino compromiso de palabra. En donde uno se compromete a hablar, por ejemplo, con un medio y no aparece. En donde tiene un horario y va a atender a una radio y no es nuestro caso solamente, es el de muchos compañeros de trabajo de otras radios.

Y reitero, no es nuestro caso, pero estoy comenzando a extrañar esa vieja forma de hacer política con los medios. Y también cuando veo que hay candidatos que creen que la telecomunicación está cautiva, y solo depende de AM y canales abiertos.

Estoy comenzando a extrañar la vieja política, en donde todos eramos iguales.

Acá estamos en una guerra de intereses, donde pareciera ser que si los grandes grupos acompañan, el resto no interesa. Y en realidad, el poder lo tiene el televidente y el oyente cuando cambia cada segundo de canal o de dial. Y esto es lo que a nosotros no está beneficiando. Por eso, este programa es el de mayor crecimiento en los últimos tres años. Porque no vamos detrás del político. Y por eso estoy comenzando a extrañar la vieja política.

Yo espero y deseo que esto se corrija, porque sino se estaría cometiendo un grosero error en el ida y vuelta con el vecino, que en definitiva se trata de eso, de llegar al vecino.