jueves 28 marzo 2024
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Sacerdotes argentinos acusados de abuso se ocultaron durante años en Paraguay

Paraguay.- Fueron al menos cinco los curas que consiguieron llegar a Paraguay para refugiarse de las denuncias que los perseguían en Argentina. Estuvieron escondidos durante años, amparados por la iglesia de ese país.

Una investigación del diario La Nación de ese país sacó a la luz los casos y también el sistema de silencio que se montó para ocultarlos. La maniobra funcionó incluso hasta estos días: uno de los involucrados permanece con un cargo e incluso participó de la visita que hizo el papa Francisco el año pasado.

En la primera entrega del informe, el periódico dio a conocer la historia de Carlos Richard Ibáñez Morino, quien llegó a Paraguay en 1992 en circunstancias misteriosas, y al parecer irregulares. Pese a que tenía una orden de captura encima, se las ingenió para desempeñarse en el seno de la iglesia, ocupando distintas áreas hasta la actualidad.

La salida del país de Ibañez fue precipitada, de urgencia. Ese que en el lapso de un año acumuló diez denuncias de abusos sexuales en la ciudad cordobesa de Bell Ville, donde estaba radicado.

«Una tarde del mes de diciembre de 1991, Tomás y Carlitos (utilizamos nombres ficticios para resguardar la identidad de los denunciantes reales) conversaban en las inmediaciones del predio del ferrocarril de Bell Ville, cuando se acercó a ellos el padre Carlos y los invitó a acompañarlo a un dispensario. Entonces subieron al Fiat 147, color blanco –que el padre Carlos usaba para movilizarse en la ciudad– hasta llegar al lugar de destino: un consultorio llamado «Juan XXIII», ubicado sobre la calle Echeverría Nº 102. Allí, en las habitaciones del local, ambos adolescentes tuvieron un encuentro sexual con el sacerdote. La paga para ambos fue de 550.000 australes, moneda que en ese entonces se utilizaba en Argentina». La cita consta en la primera actuación judicial que se abrió contra el cura, y que derivó en otras nueve, con patrones similares: las víctimas eran jóvenes de barrios humildes.

La ola de versiones puso en alerta a la comunidad de Bell Ville. Pero los tiempos judiciales rara vez se condicen con los humores sociales y para cuando un juez de ese distrito intervino ya era tarde: «Gracias a algunas ayudas extras que habrían surgido desde el seno de la Iglesia, Carlos Ibáñez pudo huir de Bell Ville y se refugió en Paraguay, donde llegó a oficiar misas, casamientos, bautismos y se hizo docente de varias universidades».

Las notificaciones judiciales llegaron a Paraguay aunque encontraron una respuesta inesperada. No sólo la iglesia resolvió darle protección a Ibañez, sino que la Justicia paraguaya actuó a su favor.

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