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Desde la semana pasada que en el ambiente del fútbol poco se habla del juego. La pelota fue víctima del maltrato de algunos señores de traje y corbata. El escándalo de la FIFA tomo tal magnitud que el fin de semana futbolístico pasó a segundo plano.

Entre los detenidos, imputados, prófugos, ‘topos’, entre otros, el universo del balón tomó más interés en los escritorios que en el terreno de juego. Las elecciones para presidente de la FIFA y su resultado aumentaron ese malestar hacia el fútbol, desde los fanáticos hasta los neutrales.

Pero tuvieron que aparecer dos personas para que esto tome el rumbo adecuado. Dos hombres que están unidos por la misma pasión. Lionel Messi y Pablo Aimar, dignos representantes de este deporte, fueron los protagonistas de un fin de semana maravilloso. Gracias a ellos se pudo hablar de fútbol.

El sábado, Lionel Messi nos volvió a sorprender. Un jugador que lo ha logrado todo y mucho más, nos volvió a dejar con la boca abierta. El argentino marcó un gol que quedará en la historia. Recibió en el sector derecho del campo, donde le gusta al Tata Martino, y ante la atenta mirada de tres hombres del Athletic Bilbao, la Pulga hizo lo imposible. El capitán del seleccionado nacional los dejó en el camino, para luego hacer lo propio con un cuarto y definir con su pincel zurdo.

Los mismos compañeros de Leo se vieron sorprendidos por lo que habían sido testigos de presenciar. Un mimo más que importante para este deporte que tantos golpes había recibido en la semana. El superhéroe de este fútbol moderno combatió con una pelota en los pies contra los villanos, más crueles, de camisa y corbata. Messi todo lo puede, pero no estuvo solo.

Su ídolo y referente, Pablo César Aimar se vistió con los colores que mejor le sientan. Este hombre al cual los años pasan y no envejece, volvió a la acción después de casi un año sin poder demostrar. El cordobés le ganó la batalla a las lesiones y el Monumental se rindió ante su presencia.

Testarudo, combativo, perseverante, eso y mucho mas demostró ser el Payaso. Cuando muchos pensaban que no iba a poder, él lo hizo. Un regreso que le sacó una sonrisa a todo el mundo del fútbol. Solo 15 minutos sirvieron para que este muchacho de 35 años vuelva a demostrar todo lo que aprendió de niño. Aimar regresó a su casa y no defraudó.

Messi y Aimar se encargaron de levantar a este deporte cuando estaba al borde del knock out. Simples apariciones para que el fútbol vuelva hacer fútbol, y no sobornos y denuncias.