Femicidios: el caso de Alejandra Zarza y el rol de la ciencia

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Por Paula Pedraza – Columnista de divulgación científica del programa Amanece Que No Es Poco – Radio Del Plata (101.3).

El 19 de febrero de 2002, alrededor de las 22 hs, Nicolás Rinaldi pasó a buscar a María Alejandra por su casa en el auto de su padre -un Polo gris, y ese fue el último día que la vieron con vida. Su cuerpo fue encontrado 6 días después en unas lagunas de Balsa Las Perlas por unos vecinos de lugar.

No había rastros de su bebé. Las 2 autopsias revelaron que la causa de muerte fue asfixia mecánica, y que le habían extraído el bebé y el útero, que nunca se encontraron. Tenía marcas en los tobillos que señalaban que posiblemente estuvo atada a una camilla en posición ginecológica. Además, el parto se desencadenó posiblemente al recibir un fuerte golpe en la cadera.

Nicolás Rinaldi -presunto padre del bebé- fue el único imputado por el homicidio de Alejandra (como partícipe necesario). Hubo dos juicios, en el primero fue absuelto, pero a partir de la apelación de los fiscales y la querella, el Tribunal Superior de Justicia de Neuquén anuló el fallo y ordenó la realización de un nuevo juicio. En este último, Rinaldi fue encontrado culpable y condenado a 21 años de prisión. El caso llegó a la Corte Suprema de Justicia que en 2010 que confirmó el fallo y negó la posibilidad de nuevas revisiones.

Durante el transcurso de ambos juicios hubo una cadena de hechos que los investigadores tuvieron que analizar para poder reconstruir cómo pudieron sucederse. Para ello, la ciencia fue una herramienta fundamental.

El día de la desaparición de María Alejandra, Nicolás Rinaldi fue al cine con Yéssica, su pareja. Él había sacado las entradas pero para dos películas en salas diferentes. Yéssica entró en una pero RInaldi salió del cine por un sector que no es registrado por las cámaras de seguridad. Poco tiempo después pasó a buscar a Alejandra por su casa. Él la había llamado y quedaron en verse para hablar acerca de la paternidad del bebé -cosa que Rinaldi negaba.

Desde allí, fueron al Balcón del Valle, según un testigo que los vió. Rinaldi dijo que discutieron y que ella se bajó del auto y se fue caminando por la Av. Argentina, y que esa fue la última vez que la vió.

Antes que terminara la película que Yéssica estaba viendo, Rinaldi se presentó en el cine para recogerla. Esta vez las cámaras registraron su entrada, ya que lo hizo por otro sector y de allí fueron a la casa de Rinaldi. Allí vivía con su familia, Yéssica y el hijo de ambos.

A partir de la aparición del cuerpo de Alejandra, Rinaldi se convirtió en el primer sospechoso. Se secuestraron el auto y las ropas. Y allí encontraron la pista que lo vincularía definitivamente con el asesinato: tanto en el auto (en las alfombras y en la pedalera), como en las zapatillas de Rinaldi y en las sandalias de Alejandra se encontraron gramos de polen de una planta muy particular.

La ludwigia uruguayensis es una planta acuática, sin raíces que gusta de las aguas tranquilas y limpias, y rara vez avanza sobre la costa. Su único atractivo es una flor amarilla grande y vistosa, que apartir de febrero lanza entre cuatro y ocho granos de polen microscópicos unidos entre sí por una sustancia pegajosa. La particularidad es que este polen no es arrastrado por el viento, sino que se “pega” y así puede ser transportado de un lugar a otro.

La identificación de los granos de polen fue hecha por Guillermo Polischuck, perito de la policía de la provincia de Buenos Aires. También participó como perito Luisa Conticello, Ingeniera Agrónoma, docente de la cátedra de Botánica de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Comahue, y experta en la vegetación costera de la zona. Luego de recorrer todas las costas de la zona Conticello señaló que esta planta acuática sólo avanzaba fuera del agua en el lugar donde fue hallado en cuerpo de María Alejandra.

Así, este hallazgo permitió ubicar al auto, a Nicolás Rinaldi y al cuerpo de María Alejandra en el mismo lugar. También permitió sostener la participación de al menos tres personas, ya que se encontró en varias de las alfombras del auto.

Si bien Nicolás Rinaldi fue hallado culpable, hay varios puntos que no fueron investigados, puesto que hubo líneas completas de investigación que no fueron seguidas por la fiscalía. Por ejemplo, no se probó la participación de más personas. Si bien se reconoció que se necesitó una preparación para este hecho y que no pudo hacerlo solo, Nicolás Rinaldi fue el único acusado.

Además, se sospecha que alguna de esas personas pudo tener algún conocimiento médico. Por otra parte, no se rastrearon exhaustivamente las camillas ginecológicas de la ciudad, a pesar de que María Alejandra tenía marcas que señalaban que había estaba atada a una de ellas. Tampoco se profundizó en el hecho de que la incubadora de una clínica estuviera desaparecida por dos meses, aproximadamente. Aunque los peritos médicos coinciden en que el bebé pudo no haber sobrevivido por la forma en que fue extraído, nunca fue encontrado. Tampoco rastros de sangre, ni en el auto, ni en la zona.

Además, si bien la muerte del bebé no fue probada, no fueron investigados la inscripción de nacimientos en los Registros Civiles de la zona en los días posteriores a la desaparición de María Alejandra.

Doce años después, continúa llamando la atención el hecho de que Rinaldi nunca confesó ni delató a sus cómplices. Sostuvo y sostiene que es inocente, a pesar de todas las pruebas. Por ende, nunca tuvo gestos de arrepentimiento.

Paradójicamente -casi como una burla- en el medio de una fuerte campaña en contra del femicidio bajo la consigna NI UNA MENOS, el jueves 14 de mayo del corriente, Nicolás Rinaldi fue dejado en libertad condicional. Mientras tanto, en el Instituto de Formación Docente N°12 –donde María Alejandra estudiaba- un aula lleva su nombre, y docentes y estudiantes nos preparamos para movilizarnos el 3 de junio en contra del femicidio y la violencia sexista hacia las mujeres.

Paula Pedraza – @paulapedrazanqn