
Las bebidas energizantes suelen estar compuestas por altas concentraciones de cafeína, azúcar, taurina y otros estimulantes como el guaraná. La cantidad de cafeína en estos productos puede duplicar la de una taza de café, alcanzando entre 80 y 100 mg por lata, lo que supera ampliamente las recomendaciones para menores de edad. El consumo excesivo de cafeína en niños y adolescentes puede provocar alteraciones cardiovasculares (como taquicardia, hipertensión y arritmias), así como síntomas neurológicos como insomnio, irritabilidad y ansiedad.
Efectos sobre la salud física y mental
Diversos estudios han documentado que el consumo frecuente de bebidas energizantes en adolescentes se asocia con un aumento significativo en los niveles de ansiedad, depresión, agresividad y riesgo suicida, especialmente en varones. Además, se ha observado una relación directa entre el consumo habitual y la presencia de síntomas depresivos, dificultades emocionales y menor bienestar general. El impacto negativo no se limita a la salud mental: también se reportan cefaleas, náuseas, problemas digestivos, insomnio y síndrome metabólico.
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El consumo de estas bebidas afecta el rendimiento académico, ya que la excitabilidad y el nerviosismo dificultan la concentración y el aprendizaje. La interferencia en la calidad y cantidad del sueño puede derivar en fatiga crónica, lo que repercute negativamente en el desempeño escolar y el bienestar general.
Riesgo de adicción y conductas asociadas
El consumo repetido de bebidas energizantes puede generar tolerancia y dependencia, llevando a una escalada en la cantidad ingerida para lograr el mismo efecto estimulante. Esto puede derivar en una relación problemática con la sustancia y síntomas de abstinencia. Además, existe una preocupante asociación entre el consumo de energizantes y otros hábitos poco saludables, como la mezcla con alcohol y el uso de otras sustancias, lo que incrementa los riesgos de intoxicación y conductas peligrosas.
El papel de la regulación y la prevención
Los niños y adolescentes no deben consumir bebidas energizantes bajo ninguna circunstancia. La venta libre y la falta de regulación específica han facilitado que los menores accedan a estos productos, lo que agrava la problemática. Sería bueno considerar equiparar legalmente las bebidas energizantes con el alcohol en cuanto a restricciones de venta a menores.
Alternativas saludables y recomendaciones
La mejor forma de mantener la energía y el bienestar en niños, niñas y adolescentes es a través de una alimentación equilibrada, descanso adecuado, hidratación con agua y la práctica regular de actividad física. Las bebidas energizantes, lejos de aportar beneficios, representan un riesgo innecesario para la salud integral de los jóvenes.
En relación en lo que es actividad física en niños y niñas, siempre el agua es la mejor opción. Las bebidas energizantes conllevan un posible riesgo para la salud debido a que contienen estimulantes y nunca deben ser consumidas por los niños.
El consumo de bebidas energizantes entre niños, niñas y adolescentes es una tendencia en aumento que representa una amenaza real y documentada para la salud física, mental y social. La evidencia científica es contundente: los riesgos superan con creces cualquier supuesto beneficio. Padres, educadores y autoridades sanitarias deben actuar de manera informada y preventiva para proteger a las nuevas generaciones de los peligros asociados a estos productos.