Influencers, entre la información y la desinformación

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 Por Matías Enríquez

Hace ya algunos años que los influencers han revolucionado la manera en que las personas acceden a la información, mucho más desde la proliferación de los canales de streaming. Desde el humor y la ironía hasta algunos más comprometidos con el análisis periodístico, estos nuevos sujetos informativos han logrado diseñar estrategias para alcanzar audiencias masivas y establecer conexiones más personales que han transformado el tablero mediático tradicional.

“Con discursos de odio que han agitado el discurso público y con más anclaje en la emoción que la razón, en la arena política digital, los influencers (¿“voceros”?) no solo compiten, sino que derrotan los números de los programas periodísticos más tradicionales.”

A fines del año pasado, la UNESCO reveló un informe llamado “Detrás de las pantallas” que, entre otras cosas, señalaba que el 62% de ellos no realiza verificaciones rigurosas antes de compartir informaciones con su audiencia. El estudio no solo es novedoso por ser uno de los primeros análisis globales que investiga y examina las prácticas de estos verdaderos formadores de opinión como son los influencers, sino que ha dado a conocer resultados preocupantes como la evidente difusión de contenidos falsos, por la falta de chequeo de los mismos.

No obstante, el mismo estudio revela que la mayoría de esos influencers han expresado su deseo de recibir capacitaciones, aunque no queda del todo claro si este comportamiento encuentra su correlato en los que se abocan a cuestiones políticas, donde la confirmación de los sesgos cognitivos y los prejuicios conspiran con el análisis más racional.

Otro dato curioso del informe, que contó con la participación de más de 500 influencers de 45 países, es que casi la mitad de los creadores consideran los “me gusta” o los contenidos compartidos como un indicador de veracidad. Es indudable que depositar la confianza en estas métricas solo lleva a conclusiones erróneas por la manipulación de las métricas (producto del accionar de bots, cuentas falsas y granja de clics), la creciente polarización (que reafirma los propios sesgos), la manipulación visual y algunos incentivos un tanto más controvertidos como el sensacionalismo producido por el afán del clickbait y la desinformación patrocinada.

Los influencers se han erigido como actores imprescindibles para que las personas accedan a la información y es por ello que es tan valioso su aporte para combatir la desinformación. Desde su fuerte irrupción, han logrado democratizar la información, a través de una gran confianza y credibilidad por parte de los usuarios.

Desde ya que es sano que la mayoría de ellos quieran interiorizarse en conocer más sobre las consecuencias, tanto individuales como colectivos, de la desinformación. Pero también es fundamental que, a diferencia de lo que ocurre en muchos medios, ellos si tengan el tiempo y el espacio para conocer más acerca de esta problemática.

Que dicha acción sea brindada por la propia UNESCO y el Centro Knight para el Periodismo en las Américas con el objetivo para preparar a los influencers para hacer frente a la desinformación y el discurso de odio es una muy auspiciosa iniciativa. Precisamente esos discursos son los que, voluntaria o involuntariamente, los creadores de contenido propagan en muchísimos casos, mucho más en esta última década tan crispada en la política de nuestro país…y el mundo.

Los influencers tienen un impacto significativo en el acceso a la información, tanto positivo como negativo. Es fundamental que los usuarios sean críticos y verifiquen la información que consumen en las redes sociales. Asimismo, las plataformas deben tomar medidas para combatir la desinformación y promover la transparencia. Como siempre sostenemos, la alfabetización mediática (y ahora también tecnológica) será crucial para que, al menos en el plano individual, se de la batalla y no sigamos siendo víctimas de la manipulación y las falsas narrativas que contaminan la atmosfera digital.