En un año, el ébola dejó 10 mil muertos

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La primera muerte por ébola en el país africano se había producido unos tres meses antes, cuando Emil, un niño de dos años que solía jugar con murciélagos murió en un pueblo. La misma suerte sufrieron unas semanas después los familiares y vecinos que habían participado de la tradicionales ceremonias fúnebres, que implican velar al muerto en contacto directo con su cuerpo, lo que desencadenó la propagación.

El 23 de marzo, el Ministerio de Salud guineano informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que había detectado 80 contagios de ébola, 59 de ellos con resultado de muerte, según un cable de EFE.

La mayor parte de los enfermos vivían en zonas fronterizas con Sierra Leona y Liberia, países que -junto a la vecina Guinea-, resultarían los más devastados por el virus en virtud de sus porosas fronteras y sus débiles sistemas sanitarios.
Médicos Sin Fronteras (MSF) fue la primera organización en alertar de que África Occidental, que nunca había conocido el ébola, se enfrentaba a una «epidemia sin precedentes».

Al mismo tiempo, la OMS afirmaba que el brote de Guinea era preocupante, pero no extraordinario, y que seguía patrones conocidos.

Con una tasa de mortalidad del 90 por ciento y sin tratamiento ni vacuna conocida, las muertes se multiplicaron de forma exponencial durante los primeros meses de este nuevo brote.

Con más de 300 muertos, a finales de junio MSF dijo que la epidemia estaba «fuera de control», lo que fue confirmado por los 1.000 fallecidos registrados en agosto.

El brote puso en cuarentena la vida en África Occidental: se cerraron escuelas y fronteras; se aislaron poblaciones enteras; se precintaron edificios; se prohibieron festividades, velatorios y costumbres ancestrales.

El pasado 12 de marzo, el ébola cruzó la barrera de las 10.000 muertes, un dramático hito alcanzado, en gran medida, porque las organizaciones internacionales ignoraron las «alertas tempranas», según MSF.

Este factor se combinó con otros estructurales para alumbrar una «tormenta perfecta»: una epidemia transfronteriza en países con débiles sistemas de salud que nunca antes habían conocido el ébola, explicó hoy el director general de MSF, Christopher Stokes, en un comunicado.