El sexo de nuestro cerebro

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Por Paula Pedraza, columnista de divulgación científica del programa «Amanece que No es poco», radio Del Plata (101.3).

Es importante tener en cuenta que preguntarse si los hombres y las mujeres somos “iguales” pertenece al ámbito político o ético, en cambio, la de si son “idénticos” pertenece al ámbito científico. Y es ahí donde nos vamos a detener. La segunda cuestión a puntualizar es que todo lo que sigue lo vamos validar con argumentos estadísticos, es decir que si decimos -por ejemplo- que los hombres son más altos que las mujeres, no queremos decir que “todos” los hombres lo sean, sino que es en promedio.

¿Y qué sucede entonces? Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pennsylvania reveló que el cerebro de la mujer y el del hombre son morfológicamente diferentes y además funcionan de manera diferente. Llegaron a esta conclusión después de escanear los cerebros de 949 personas -428 hombres y 521 mujeres- de entre 8 y 22 años.

Es ya conocido que nuestro cerebro está dividido en dos partes –llamadas hemisferios- que tienen funciones diferentes: el hemisferio izquierdo está asociado al pensamiento lógico y por lo tanto nos permite sumar y restar, elaborar estrategias, aprender cálculo diferencial; mientras que el derecho se vincula a la sensibilidad y la intuición, y nos ayuda a disfrutar de una pintura, de la música, a percibir el espacio y el mensaje que nos da un recinto. Ambos hemisferios están unidos por un gran conjunto de fibras nerviosas conocido como el cuerpo calloso. A su vez dentro de cada hemisferio tenemos una zona frontal y otra posterior, que también están conectadas.

Este estudio encontró que los cerebros de las mujeres tienen más conexiones entre los hemisferios derecho e izquierdo, mientras que en los varones existe una mayor conectividad entre las zonas anterior y posterior de cada uno de ellos. Dado que el hemisferio derecho controla la intuición, y el izquierdo la actividad racional, una mayor actividad entre ambos facilita el pensamiento analítico y el intuitivo a la vez, como ocurre en la mujer. Por otra parte, cada hemisferio está dividido en zonas: la anterior, que controla los músculos, y la posterior, sobre la nuca, responsable de la visión. Así, cuantas más conexiones entre estos dos módulos, mayor coordinación entre la vista y los movimientos, y mejor preparación para la acción. Esto facilitaría, por ejemplo, actividades como aprender a esquiar o conducir. Todo ello puede influir en que los hombres estén más orientados a la acción, y sean mejores en tareas que requieran una respuesta inmediata.

En las mujeres, por su lado, con las conexiones más potentes entre los dos hemisferios son más susceptibles de usar todo el cerebro cuando un hombre usa sólo medio. Esto aumenta la memoria, las habilidades sociales y parece que está diseñado para combinar el pensamiento analítico y el intuitivo. Además favorece el uso de la palabra y las habilidades sociales. Por otra parte, el diseño del cerebro de los hombres mejora la coordinación. Además, gracias a la forma en que el cerebro del hombre está conectado, favorece el procesamiento de información abstracta, por ejemplo la necesaria para leer mapas. Sin embargo esta aparente ventaja se diluye cuando se requiere a los hombres realizar algo al mismo tiempo. El mayor número de conexiones entre hemisferios en el cerebro femenino permite a las mujeres afrontar más desafíos a la vez.

Otra diferencia apreciable radica en que el cerebro del hombre es un 8% más grande que el de la mujer. La pregunta que se hicieron los investigadores fue cómo puede ser que con un tamaño más chico el cerebro de las mujeres porte las mismas funciones y rinda igual intelectualmente. Luego de los estudios concluyeron que el cerebro femenino requiere menos energía y menor número de neuronas para un mismo proceso. Es decir que el cerebro de las mujeres es más eficiente que el de los hombres.

Además de las frases de sobremesa que citamos, hay una escena que casi todas las mujeres que somos mamás podemos relatar: mitad de la noche, el bebé llora y ¿quién lo escucha?…. Obviamente, en la mayoría de los casos, las mamás lo hacemos inmediatamente, mientras que papá sigue durmiendo profundamente.

Para establecer si esta poca reactividad es pura dejadez o responde a factores neuronales, los investigadores escanearon los cerebros de hombres y mujeres mientras oían el llanto de un niño hambriento. Y descubrieron que cuando llegaba a oídos de la mujer, se reducía la actividad del cerebro en dos zonas específicas: las áreas donde divagamos, donde dejamos el pensamiento a la deriva, y hacemos planes o soñamos despiertos. De esta manera se desactivan las partes que pueden distraer la mente, lo que permite a la madre pasar a la acción inmediatamente. En los hombres, sin embargo, como anuncia el estereotipo, no se daba dicha desactivación. Razón por la cual, la falta de respuesta natural del cerebro masculino suele ser reemplazada por un certero codazo.

Por otra parte y gracias a las diferencias entre nuestros cerebros, hombres y mujeres reaccionamos de manera diferente frente al estrés: mientras que los primeros salen a correr o a airearse por su cuenta, las segundas preferimos dar un paseo en compañía. En situaciones de estrés, en los hombres se activa más el lado derecho, vinculado con la furia, y en las mujeres el izquierdo, donde se controlan las emociones y la conciencia de uno mismo.

Pero esto ¿es así desde el nacimiento? Lo que hallaron las investigaciones es que las diferencias entre las conexiones cerebrales de hombres y mujeres comienzan a detectarse a los 13 años, pero es entre los 14 y los 17 cuando se hacen más profundas. Se sabe que todas las células de nuestro cuerpo –incluidas las cerebrales- tienen la carga genética que define el sexo, XY para los hombres y XX para las mujeres. Y durante la adolescencia cuando se producen grandes cambios hormonales, son justamente las hormonas las que indican a nuestras células cerebrales que deben cambiar. Es por eso que en esta etapa de la vida es cuando más se desarrollan las diferencias entre los cerebros masculino y femenino.

Es decir que hoy la ciencia nos dice que muchos de esos estereotipos pueden ser explicados por nuestra condición genética. Pero más allá de lo biológico, los seres humanos –como todos los organismos- estamos influenciados por el entorno, es decir lo que los biólogos llaman ambiente. Pero además los humanos, tenemos algo único: la cultura. Por lo que todas estas diferencias están mediatizadas fuertemente por el entorno en que nos desarrollamos, el natural, pero también el social y cultural.

Por otra parte, no nos olvidemos que muchas veces a los largo de la historia estos “avances científicos” se utilizaron para segregar a las mujeres. Por ejemplo, mientras las religiones occidentales afirmaban que las mujeres no teníamos alma, había legiones de científicos de la época afirmando que era así. Por lo tanto, a estar alertas siempre, a dudar, a preguntarse y repreguntarse, y… ¡que viva la diversidad!

Para seguir pensando sobre los cerebros femenino y masculino: