Científicos chinos lograron algo que marca un antes y un después en la historia de la comunicación: transmitir información cuántica a más de 1,200 kilómetros sin enviar nada físico entre los puntos. En términos simples, una partícula “copió” instantáneamente el estado de otra que estaba muy lejos, como si ambas estuvieran conectadas por un hilo invisible. No se movió materia ni señales tradicionales; fue pura información cuántica viajando fuera de las reglas clásicas del tiempo y el espacio.
Para entenderlo, imagina dos dados mágicos: uno en China y otro en México. Cada vez que el dado chino marca un 4, el mexicano muestra el mismo número al instante, sin cables, sin internet, sin demoras. Esa conexión se llama entrelazamiento cuántico, y lo que China demostró es que puede controlarse a distancias nunca antes alcanzadas.
Este logro no tiene nada de ciencia ficción. Representa el inicio del internet cuántico, una red que en el futuro permitirá comunicaciones imposibles de hackear, transmisión de datos ultrarrápida y la conexión de supercomputadoras cuánticas en todo el planeta.
China no teletransportó materia, pero sí abrió la puerta a una nueva forma de comunicación donde la información no viaja: simplemente aparece.
Es uno de los avances más poderosos y silenciosos del siglo, y podría redefinir la manera en que el mundo se conecta.