El mate es parte del paisaje cotidiano argentino, pero detrás de la yerba, la bombilla y la ronda hay historia, ciencia, consumo y hasta fenómenos culturales inesperados. Así lo explicó María Marta Oria, subgerente de Promoción del Instituto Nacional del Mate, quien repasó datos, costumbres y avances vinculados a la infusión que identifica al país.
Un símbolo nacional con raíces guaraníes
El Día Nacional del Mate, que se celebra cada 30 de noviembre, conmemora a Andrés Guacurarí, referente guaraní que defendió Misiones y cuyo legado motivó la ley que declaró al mate como “infusión nacional”. Aunque en la Patagonia no haya yerbales, el ritual está profundamente arraigado en todo el país.
Argentina, principal productor y consumidor
Oria recordó que la yerba mate es de origen sudamericano y que la Argentina es el principal productor mundial. Incluso aclaró un dato que suele generar debate:
Uruguay, si bien es uno de los mayores consumidores, no posee cultivo propio de yerba mate y debe importarla, principalmente de Brasil.
En Argentina, el consumo anual ronda los 6 a 6,5 kilos por persona, una cifra que se mantuvo estable, aunque con cambios en el hábito: la pandemia redujo la costumbre de compartir el mate con desconocidos, dejando el ritual más circunscripto a grupos íntimos.
Evidencia científica y beneficios
La funcionaria sostuvo que “todo lo que se afirma sobre las propiedades del mate tiene respaldo científico”. La infusión contiene vitaminas, minerales, polifenoles y antioxidantes, y aporta energía natural. Entre los estudios más destacados mencionó investigaciones que analizan su rol preventivo en enfermedades neurodegenerativas, como el mal de Parkinson.
El interés por la yerba mate no es nuevo: ya en la década del 40, el premio Nobel argentino Bernardo Houssay realizó estudios sobre sus componentes.
Siria, un destino clave para la yerba argentina
Uno de los datos más llamativos es que Siria se convirtió en el principal importador de yerba mate argentina. La tradición llegó con migrantes en los años 40 y se afianzó hasta convertirse en un hábito muy arraigado. También crece el consumo en Turquía y en comunidades sirias de Europa.
Nuevos gustos y adaptaciones
Aunque el clásico argentino sigue siendo el mate con palo, el mercado se diversificó con yerbas más suaves, mezclas saborizadas y variantes funcionales. En Uruguay predomina el mate sin palo, influido por el consumo entre futbolistas.
El precio, explicó Oria, debe entenderse en función del proceso productivo: la yerba requiere cinco años desde la plantación hasta su comercialización. Las variedades orgánicas, por su parte, suman costos por certificación.
Cómo se ceba un buen mate
La especialista repasó el procedimiento recomendado:
- Formar una montañita con la yerba.
- Humedecer suavemente con agua tibia o a temperatura final.
- Colocar la bombilla en ese sector.
- Cebar siempre cerca de la bombilla, sin inundar.
- Utilizar agua alrededor de 80°C, sin hervir.
El tipo de agua, señaló, puede modificar notoriamente el sabor.
Usos alternativos y curiosidades
Además de consumirse como infusión caliente o fría, la yerba sirve como compostaje, base para artesanías y tintes naturales. En Japón, donde existe una Asociación de Amigos del Mate, se elaboran galletitas, helados y hasta sedas de kimono teñidas con yerba.


