En medio de una semana de alta tensión política en el Congreso, se conoció que los senadores nacionales percibirán desde noviembre un salario superior a los $10,2 millones brutos mensuales. El incremento responde a la última actualización paritaria de los empleados legislativos, a la cual están directamente atadas las dietas de los integrantes de la Cámara alta.
El esquema salarial se basa en el sistema aprobado en abril de 2024, cuando oficialismo y oposición acordaron que las dietas se calcularan en función de 4.000 módulos: 2.500 por la dieta básica, 1.000 por gastos de representación y 500 por desarraigo. Este último adicional lo cobran casi todos los senadores, excepto cuatro. Además, desde el año pasado se sumó una dieta adicional a las 12 vigentes, con el objetivo de compensar el aguinaldo. Una excepción particular es la de Alicia Kirchner, que optó por mantener su jubilación y no percibir la dieta completa.
En junio de este año, tras una paritaria anterior, los sueldos ya habían trepado a $9,5 millones brutos, lo que generó fuertes cuestionamientos y obligó a la vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel, a firmar una resolución para que cada legislador pudiera renunciar total o parcialmente a la suba. En esa oportunidad, referentes de La Libertad Avanza, PRO, UCR y algunos senadores provinciales optaron por rechazar el incremento. En cambio, la mayoría del bloque kirchnerista no lo hizo, salvo casos puntuales como el riojano Fernando Rejal.
La nueva paritaria establece aumentos escalonados:
- 1,3% en junio, julio y agosto, con un bono remunerativo de $25.000.
- 1,2% en septiembre, octubre y noviembre, con un bono remunerativo de $20.000.
En total, la recomposición alcanza un 7,52% acumulado. Con este esquema, el valor del módulo se fijó en $2.554, lo que, multiplicado por los 4.000 módulos, arroja el nuevo haber bruto de $10,2 millones.