
“En la actualidad, en el 57% de los hogares no hay chicos menores de 18 años. En tanto, en 1991, había sido el 44%. Las bajas en la natalidad se reflejan en las estructuras de hogares con menores de 18 años”, dice el informe del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral.
Esto acumula una caída de más del 40% de la natalidad en menos de una década de las mediciones del INDEC.
“Esta asociación acredita que los ciclos económicos influyen de manera significativa en las decisiones procreativas. En particular, los datos muestran que, en contextos de inestabilidad económica y deterioro del empleo, las familias tienden a postergar o reducir la decisión de tener hijos”, señala el informe entre sus conclusiones.
Si bien es imposible negar que la situación económica es determinante a la hora de decidir traer un bebé al mundo, elijo ser más optimista. Por eso le sumo a esta posible causa un avance en el desarrollo personal, sobre todo, de las mujeres.
Recibirse, viajar, formarse, divertirse, trabajar; son deseos que se van poniendo por delante del de maternar. Incluso hasta la elección de no hacerlo está cada vez más entre las opciones de las mujeres jóvenes.
Estoy convencida de que las luchas del feminismo abrieron la discusión, problematizaron el rol doméstico de la mujer y sacaron del hogar su desarrollo.
En este estudio también se destaca la baja de los porcentajes de mujeres de entre 15 y 19 años que se convierten en madres. Lo conocemos como “embarazo adolescente” y bajó de 12,4% en el censo 2001, a 6,4% en 2022. Aquí vale poner sobre la mesa el impacto de la implementación de la IVE (Interrupción voluntaria del embarazo). Muchas mujeres se habrán visto en el pasado obligadas a parir antes de acceder a un aborto por presión social, por miedo, por escases de recursos, y por muchas razones más. Seguramente hoy todavía algunas no pueden decidir libremente; sin embargo, muchas otras sí.
El último dato que quiero resaltar del informe es la cantidad de hogares monoparentales, es decir con un solo progenitor. “Los de un solo miembro en 2022 superan a los que había en el censo 1991, por 12 puntos porcentuales (25% vs. 13%), lo que denota un crecimiento constante de hogares singulares en los últimos 30 años”, se lee en el documento.
Cada vez más personas prefieren separarse antes de sostener un vínculo que no les hace felcesz; eso creo yo. Y también se debe a que dejamos de ver con malos ojos el divorcio.
Las conquistas en las libertades personales hicieron nuestra vida mejor. No retrocedamos, por favor.