
La militancia política, gremial y social es buena. Adhiero al concepto de que la salida es colectiva; entendiendo que los derechos conquistados, arrancados muchas veces a los gobiernos, se lograron con la lucha.
Hecha esa aclaración de entrada quiero rechazar la utilización de cualquier situación dolorosa para hacer “carancheo”.
El transfemicidio de Azul Semeñenko conmovió al pueblo neuquino, salimos a las calles a pedir justicia y fuimos muchos y muchas. Marchamos desde las oficinas donde Azul trabajaba y llegamos a casa de gobierno en unidad.
Y ahí se empezó a desvirtuar la manifestación. Los gremios empezaron a “medirse el aceite”; que quien llegó primero, que quien convocó a un paro, que quien prestó los bombos. Mientras el hermano de Azul desataba el nudo en la garganta para hablar, algunos gremios instalaban sus internas. Totalmente desubicado en tiempo y en espacio.
Insisto: la militancia está muy bien; ubicada en lugar y momento.


