Las mujeres de la Revolución de Mayo

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Hace 210 años atrás las mujeres criollas tenían un rol clave. No sólo aconsejaban a sus esposos o abrían las puertas de sus casas para reuniones secretas, sino que también participaron en los combates y hasta opinaban de política a la par de ellos.

Sin embargo, los grandes héroes fueron los hombres del primer gobierno patrio, y el rol de las mujeres fue invisibilizado. Pasaron a la posteridad como amas de casa, parteras y costureras.

Pese a que la historia fue escrita con una mirada patriarcal, hoy proponemos traer a la actualidad a tres mujeres que formaron parte de la Revolución de Mayo y que fueron importantes en la liberación del país.

Guadalupe Cuenca

Las cartas que le escribió a su esposo, Mariano Moreno, dan testimonio de cómo las mujeres sabían de los movimientos y enfrentamientos políticos posteriores a la Revolución de Mayo. Toda la correspondencia epistolar -que nunca llegó a ser leídas por Moreno, dado que fallece en altamar- constituyen una de las mejores fuentes para reconstruir la disputa entre Moreno y Saavedra por el tipo de autogobierno constituir una vez apresado el rey Fernando VII. En sus escritos, Guadalupe describe con exactitud cómo los ‘morenistas’ son quitados del escenario político y perseguidos por ‘saavedristas’, quienes posteriormente tomarán una postura moderada respecto de la independencia. Así, antes que cartas de enamorados, son un testimonio de cómo una mujer que aún estando fuera de los espacios de participación política, tenía una visión clara y estratégica de cómo las ambiciones enfrentaron a los principales referentes de la Revolución de Mayo.

Casilda Igarzabal

Fue una de las mujeres que ofreció su casa para las reuniones secretas de la época virreinal y esposa de Nicolás Rodríguez Peña, quien junto a su hermano Saturnino Rodríguez Peña estuvo involucrado en los movimientos de revolución que se desarrollaron a partir de la primera invasión inglesa de 1806. De modo que Casilda estuvo en contacto directo con participantes de la Revolución de Mayo desde el inicio y su participación como ‘salonnière’ en los movimientos de 1810 es muy conocida.

Mariquita Sánchez de Thompson

Su casa fue espacio de tertulias culturales, y también de encuentro para apoyar la causa revolucionaria. La revolución no sólo le permitió resignificar el ámbito doméstico y posicionarse como una mujer capaz de trascender lo privado y situarse en el ámbito de lo público, sino de establecer lazos con otras mujeres y apoyar el proceso revolucionario mediante la donación de joyas y otros bienes materiales.